El equipo acude al aparente suicidio del estudiante Jason Renfrew en la universidad local. El decano le cuenta a Leo que Jason se quejó con ella sobre acoso racista y se descubre que había ingerido un chip que contenía fotos de los presuntos acosadores, además de tener una pistola en su casillero. Poco después, un tirador comienza a matar a varias personas, incluyendo al policía que investigaba la muerte de Jason. Nikki y Harry quedan atrapados en un aula con algunos estudiantes, uno de los cuales, Matt Frisk, gravemente herido, fue uno de los acosadores de Jason. El comandante Somerville lidera al equipo de policía que los libera, aunque es Harry quien encuentra al tirador gravemente herido. Sin embargo, no logra detectar la bomba que fue colocada en el campus.

Harry sospecha que Scott Weston, el pistolero herido, fue disparado por otra persona y se vuelve evidente que se usaron dos armas en la masacre. La madre de Scott le dice a Dean Mears que Scott y Jason eran buenos amigos, y que Scott cuidaba del más frágil Jason. Mientras tanto, Nikki es mantenida prisionera en la morgue abandonada por Neil Corrigan, desequilibrado, quien parece haber planeado la masacre junto con Jason, quien se echó para atrás y se suicidó, y luego culparon a Scott. Finalmente, las pruebas en video revelan lo que realmente sucedió, así como la ubicación de la bomba.