Los forenses de Nueva York investigan la muerte de un jugador de póquer que, al abrir la puerta de la casa en la que se estaba celebrando el juego, recibe un disparo mortal. Mac y su equipo se trasladan al lugar del crimen y descubren un rastro de sangre que les conduce hasta una habitación. Una vez en ella, el rastro los guía hacia un conducto que termina en un contenedor de basura en el exterior del edificio. Los forenses descubren entre los residuos dos objetos que podrían llevarles hasta el asesino: una gabardina manchada de sangre y la que podría ser el arma del crimen. Gracias a una vitola de un puro, los investigadores conseguirán infiltrarse en una partida de póquer organizada por el principal sospechoso. Pero la investigación sobre las llamadas realizadas por los vecinos a la policía la noche del crimen dará un vuelco a las pesquisas: existe una inquietante llamada sin voz, alguien se arrepintió de realizarla. Por otro lado, el cadáver de Tara Stanfield, una conocida presentadora del tiempo, aparece en Central Park y el equipo del C.S.I. comienza a investigar las causas de su muerte. En el laboratorio, los forenses encuentran un pequeño fragmento de cristal en una herida de la cabeza de la víctima, aunque ésta no parece ser la causa de la muerte. Es posible que Tara muriera ahogada, aunque la lividez de su rostro indica que no le movieron tras asesinarla. Un objeto y un impactante hecho harán que los investigadores den con las claves para la resolución del caso: por una parte, el descubrimiento de una cinta de vídeo en la que aparecen Tara y su jefe trasladará la investigación al lugar de trabajo de la presentadora; por otra, el ADN encontrado en las uñas de la víctima es de ella misma, circunstancia que arrojará luz en este peculiar crimen.