Mientras estaba de vacaciones de verano con su familia en el sur de Francia, Isabelle, de 17 años, decide perder su virginidad con un lindo chico alemán llamado Felix. La experiencia la deja insatisfecha. Para otoño, ella está trabajando como prostituta en hoteles de lujo bajo el nombre de Lea. Entre los clientes de Isabelle se encuentra un hombre de 63 años llamado Georges (Johan Leysen), a quien ella aprecia. Él muere de un ataque al corazón mientras tienen relaciones sexuales con Isabelle encima. Isabelle intenta reanimarlo y luego se va. En invierno, la policía aparece e informa a su madre, Sylvie, sobre Isabelle siendo prostituta y la muerte de Georges. Sylvie se enfurece y le da repetidas bofetadas a Isabelle antes de disculparse y castigarla. Isabelle se ve obligada a dar una declaración a la policía. Ella dice que un hombre se le acercó en la calle para tener relaciones sexuales a cambio de dinero, pero que lo encontró repugnante. Después de ver un reportaje sobre estudiantes que ganaban dinero como prostitutas, ella creó un sitio web, compró un segundo teléfono y se metió en el negocio. Como menor de edad, ella es la víctima y no será acusada, pero su madre se quedará con el dinero. Sylvia lleva a Isabelle a ver a un terapeuta (Serge Hefez) para ayudarla a lidiar con lo sucedido, incluyendo su culpa porque cree que mató a Georges.

Jack, un armero y asesino a sueldo, y su amante, Ingrid, están relajándose en Suecia. Jack se alarma por una huella de pisadas en la nieve y jala a Ingrid hacia refugio. Se escuchan disparos de francotirador. Ingrid ve a Jack sacar una pistola de su bolsillo y disparar al francotirador. Sabiendo que su identidad está en peligro, y sin dudarlo mucho, Jack dispara y mata a Ingrid. Huye a Roma y contacta a su controlador, Pavel, quien insiste en que Jack no puede quedarse en Roma. Pavel lo envía a Castelvecchio Calvisio, un pequeño pueblo en las montañas de Abruzzo. Jack se pone nervioso y, deshaciéndose del teléfono celular que Pavel le dio, va a Castel del Monte, Abruzzo, donde usa el nombre de Edward.

Cuando el campesino austriaco Franz Jägerstätter, objetor de conciencia a la lucha en la Segunda Guerra Mundial, se enfrenta a la amenaza de ser ejecutado por traición, es su fe inquebrantable y su amor por su familia lo que mantiene vivo su espíritu.