Las hermanas Halliwell pasan de ser unas brujas maduras a unas infantiles chiquillas debido a un conjuro mal realizado. Paige y Phoebe piden ayuda a Grams sin el consentimiento de Piper. Grams lanza un hechizo sobre las hermanas para acabar con las diferencias existentes entre ellas, pero en el proceso algo va mal y las convierte en adolescentes que no paran de reñir. Mientras tanto, Leo consulta a un vidente demoníaco para averiguar quién atacó a Wyatt. Phoebe, por su parte, acude a una entrega de premios con Les y acaba actuando como una adolescente enloquecida.

El demonio Sirk intenta destruir su mitad humana asesinando a todos sus familiares. Para impedir sus maléficas acciones, Paige hace un conjuro que, sin querer, bloquea todas las defunciones. Ante esta situación, el Ángel de la Muerte se siente muy preocupado por su trabajo y pide ayuda a las Embrujadas para “matar” a Piper y que ésta le ayude a deshacer el hechizo. Sin embargo, Piper se alarma cuando comprueba que el nombre de Phoebe es el siguiente en la lista de almas del Ángel de la Muerte. Mientras tanto, el agente Brody confiesa que ha estado siguiendo a las Embrujadas durante años y Phoebe se enfrenta a sus sentimientos por Leslie.

Leo debe luchar contra el demonio más poderoso del bajo mundo. Los Avatares insisten en que Leo debe proteger a la Vidente porque la información que ella tiene les puede ayudar a destruir a los demonios. Ésta comparte con Phoebe la premonición de un futuro sin demonios y hace que las hermanas consideren la posibilidad de que los Avatares puedan ser buenos. De esta forma, Leo tiene la oportunidad de admitir que él es un Avatar. Mientras tanto, para evitar que pueda vencerles, los demonios liberan a Zankou, el diablo más fuerte del bajo mundo. Por otra parte, Phoebe y el teniente Morris sospechan cada vez más del agente Brody.