Harry está en Budapest con Anna Sándor, una abogada comprometida con los derechos de las mujeres que quiere que él realice una segunda autopsia a Sofi, una prostituta rumana embarazada que se ahogó en el Danubio. Anna no cree en la versión oficial de que Sofi se suicidó, pero el cuerpo es rápidamente cremado y Anna es asesinada. Harry es perseguido por los gánsteres que la mataron, escondiéndose con Janos, un habitante de la calle que le dice que no confíe en la policía. Leo responde a la llamada de auxilio de Harry y viaja hasta allí, pero el padre médico de Anna cree que Harry la mató y el detective Orban le dice a Leo que Anna estaba embarazada de Harry. Harry entra en la oficina de Anna, encontrando vínculos con un burdel dirigido por los mismos hombres tatuados que lo persiguieron. Él y Janos huyen, pero los hombres les disparan. Leo sospecha de la duplicidad policial en la capacidad de la pandilla para localizar a Harry tan rápidamente.

Nikki vuela a Budapest y es convocada a una reunión secreta con Leo para evitar a Orban. Harry aparece, habiendo fingido su muerte para continuar con sus investigaciones. De otra prostituta, Marina, se entera de que la banda utiliza a las chicas para producir bebés para personas influyentes que, por diversas razones, no pueden tener hijos propios. Si las chicas son VIH positivas como Sofi, son asesinadas, un hecho que Anna había descubierto. Harry se acerca al padre de Anna, quien dice que sabía lo que estaba sucediendo pero quería proteger a Anna de ello, antes de soltar otra bomba. Con el embajador británico y otros dignatarios involucrados en el complot, los patólogos tienen que confiar en Orban si quieren poner fin a la trama.