Un hombre ha aterrorizado y atacado sexualmente a una joven. El perfil psicológico del agresor indica que sus ataques son cada vez más agresivos y en serie, por lo que los forenses intentarán detenerle antes de que el hombre incorpore el asesinato a su modus operandi. Por otra parte, Melissa, fiscal del distrito y amiga de Sara, es intervenida quirúrgicamente. Los cirujanos le extraen una bala, proyectil que impactó en su cuerpo cuando hace tres años su marido y ella fueron atacados. Sara decide reabrir el caso para analizar la bala y descubrir a los responsables de la intrusión que acabaron con la vida del esposo de su amiga.

Mientras el capitán Brass lucha por su vida en el hospital, los CSI han de volver al trabajo, dos casos les esperan. En uno, un cuerpo decapitado yace sobre las vías del tren. En otro, un hombre es hallado muerto en la habitación del hotel en la que se registró y se corrió una buena juerga.

Langston testifica en el juicio del asesinato de Amber Jones, una bailarina, en el que el principal acusado es el congresista Edward Griffin. Mientras Raymond es interrogado en el estrado por los letrados, Dominic Humphreys, uno de los testigos, se suicida de un disparo en el juzgado. El juez pide a los forenses que encuentren el arma del crimen y que procesen el escenario, al tiempo que ordena que el jurado sea trasladado a otro lugar. Hodges informa a Catherine que las fibras encontradas en el arma con el que Dominic se disparó no corresponden con ninguna de las prendas que llevaba el testigo. Además, Greg confirma que la pistola aparece registrada a nombre de Griffin y que es la misma arma con la que Amber fue asesinada.

Una madre está de duerlo por la pérdida de su familia. Tres años más tarde se convierte en una sospechosa en una investigación de CSI.