La tierra, el gran asesino. Sin el ciclo de la muerte y el sacrificio, de lo celular a lo planetario, la vida no estaría aquí. Desde la muerte de las estrellas hasta la extinción en masa a escala planetaria y el sacrificio de individuos por un mayor bien genético, esta es la historia de cómo la vida evolucionó de la mano con la muerte. La muerte impulsa la evolución. Está cableado: desde nuestras células a nuestros paisajes, nuestro colorido planeta vivo solo es posible gracias a él. La muerte conduce a la oportunidad y a la biodiversidad que, irónicamente, garantiza que la vida en el planeta nunca se borre. No es suficiente que nuestro planeta sea habitable ... también tiene que ser letal.

Todos somos planetas. ¿Es posible que la vida inteligente escape a la destrucción, ya sea del planeta o de nosotros mismos? ¿O estamos destinados a la extinción como el 99% de todas las especies antes que nosotros? Nuestra mejor oportunidad de supervivencia puede ser escapar de la tierra y construir otra colonia en otro lugar. Pero hay barreras reales: la radiación espacial, la microgravedad y las bacterias dentro de nosotros conspirarán contra nosotros. Y nuestro ADN está codificado para las condiciones aquí en la tierra, así que si alguna vez logramos colonizar otro planeta, aquellos que nacen allí evolucionarán en otra especie.