Tracemos las formas en que la batalla más sangrienta en la historia de Estados Unidos, y la posterior paz, cambiaron para siempre a un presidente y a una nación. En el otoño de 1918, la letal gripe se propagó por las ciudades en el frente y en el país. Cuando el rumbo de la guerra cambió, los alemanes quisieron un alto el fuego en los términos de Wilson. El 11 de noviembre de 1918, la guerra había terminado, pero para Wilson, la última pelea seguía en pie. Negoció los términos del tratado de paz y convenció al mundo de su Liga de Naciones, pero afectado por un derrame cerebral, no logró convencer al Senado de ratificar el Tratado de Versalles, con consecuencias trágicas. Mientras Wilson había anunciado el triunfo de los valores estadounidenses en el extranjero, muchos estaban preocupados por la democracia en casa; con ciudadanos perseguidos, "extranjeros" internados, y ciudades desgarradas por disturbios raciales. La Gran Guerra cambió al país para siempre. Los afroamericanos que habían luchado en la guerra encontraron formas de seguir luchando por el cambio. El sufragio de las mujeres ganó adeptos, incluyendo a Wilson. Y Estados Unidos dio un paso al escenario mundial.