La tierra, el gran asesino. Sin el ciclo de la muerte y el sacrificio, de lo celular a lo planetario, la vida no estaría aquí. Desde la muerte de las estrellas hasta la extinción en masa a escala planetaria y el sacrificio de individuos por un mayor bien genético, esta es la historia de cómo la vida evolucionó de la mano con la muerte. La muerte impulsa la evolución. Está cableado: desde nuestras células a nuestros paisajes, nuestro colorido planeta vivo solo es posible gracias a él. La muerte conduce a la oportunidad y a la biodiversidad que, irónicamente, garantiza que la vida en el planeta nunca se borre. No es suficiente que nuestro planeta sea habitable ... también tiene que ser letal.

Tu cerebro es una anomalía. Tendemos a pensar que una vez que surgió la primera vida, fue inevitable que eventualmente evolucionara en nosotros. Pero no hay nada inevitable en la conciencia. Durante más de 2 mil millones de años, ninguna vida en la tierra poseía un cerebro. Y aún hoy, el 90% de la vida no tiene cerebro. Cómo la vida y nuestra extraña roca se unieron para crear conciencia es una historia de coincidencias casi imposibles e innecesarias ...