Los forenses neoyorquinos se enfrentan al asesinato de un joven que aparece con un disparo frente a una tumba. En la escena del crimen aparecen unos misteriosos restos de globo. En el apartamento de la víctima, Mac y Lindsay localizan trampas explosivas instaladas en las ventanas y sofisticados sistemas de seguridad, por lo que deducen que el joven, que trabajaba como organizador de bodas, intentaba protegerse de alguien. Además, los investigadores encuentran en el lugar unas inquietantes fotografías. En cuanto al arma homicida, Stella determina que el asesino utilizó una pistola de fogueo. La investigación da un giro inesperado cuando interrogan a una joven que se encontraba en el lugar del crimen. La chica confiesa que la víctima formaba parte de un peculiar juego: una guerra de pistolas de agua en la que la persona que realizara la matanza más “creativa” recibiría una elevada suma de dinero. Por otra parte, Danny y Hawkes investigan la muerte de Kathleen Dunley, mujer asesinada en su baño con las manos atadas con una pajarita. La autopsia revela que existen restos de comida exótica en su estómago y que la muerte se produjo por asfixia. Del mismo modo, los C.S.I. encuentran restos de harina en la cabeza de Kathleen y descubren a un panadero y a un chef que comparten una misteriosa coincidencia: ambos fueron demandados por la víctima.

Cuando el cuerpo de una joven y bella mujer se encuentra en un Ferrari robado, la investigación conduce a una familia de ladrones de automóviles, pero el CSI debe encontrar al asesino antes de que el resto de la familia se encuentre con el mismo destino.