Siglo XVIII. Ross Poldark vuelve a Cornualles tras luchar tres años como oficial británico contra los rebeldes en la Guerra de Independencia Americana. Pero al llegar descubre que, creyéndolo muerto, su prometida Elizabeth se ha comprometido con su primo rico, Francis. Además, su padre ha fallecido, la casa familiar es una ruina y las minas de estaño están totalmente abandonadas. Con el corazón roto, Poldark se pone a trabajar duro para recuperar la finca, pese a que muchos, incluida su familia, le instan a abandonar la región. Mientras se granjea nuevos enemigos al intentar conseguir el control de las minas y ayudar a los maltratados lugareños, Poldark entabla una relación especial con Demelza, una joven a la que rescata de su violento padre para convertirla en su ayudante de cocina.

Cuando el padre de Eliza muere, la deja sin un centavo en una época en la que el matrimonio es su única opción para la seguridad financiera. Pero la obstinada Eliza está decidida a encontrar otra manera. Afortunadamente, tiene un as bajo la manga: el negocio de su padre, una agencia de detectives privados. Eliza conoce todos los trucos del oficio, pero como una dama gentil del siglo XIX, nunca se le ha permitido ponerlos en práctica. Para operar en este mundo de hombres, necesita un compañero. Entra el detective inspector William Wellington de Scotland Yard, también conocido como "El Duque": bebedor, jugador y mujeriego. Eliza y El Duque entablan una relación ardiente y desigual que chisporroteará y arderá con tensión sexual mientras se unen para resolver crímenes en las partes más oscuras de Londres en la década de 1880.

Richard Poole, un mojigato detective de la Policía Metropolitana de Londres, es enviado a la ficticia isla caribeña de Santa María para resolver el caso de la muerte de un compañero policía británico. Tras resolver la muerte de su predecesor, termina por convertirse en nuevo detective de la policía local.