Melinda se comunica con Kenny, un niño que murió en un accidente cuando el coche en el que iba con su madre fue arrollado por un tren. Kenny todavía no entiende que ha muerto y se ha quedado en la vía del tren esperando a que su madre vaya a buscarlo. Melinda tiene que intentar que el espíritu del niño avance lo cual se complica con la visita de su suegra.

Melinda y Jim tiene un nuevo vecino en la casa de enfrente, pero no viene sólo, el espíritu de un hombre le sigue a todas partes. Cuando Melinda nota la presencia del fantasma decide intentar acercarse a su vecino para averiguar quién es y qué quiere. Sin embargo el comportamiento de este nuevo inquilino es muy extraño, con enterramientos por la noche de bolsas en el jardín, tablas de madera de todas las ventanas y Jim teme por la seguridad de su mujer. El empeño de Melinda por intentar ayudar, a pesar de la rareza de la situación, provoca una discusión entre ella y Jim sobre su don y las situaciones límites en las que a veces se ve inmersa.

Melinda viajará a su infancia. Y es que ha vuelto a aparecer el espíritu de una de sus amigas del colegio que murió muy joven de una grave enfermedad. Se trata del primer fantasma con el que se tropezó Melinda en su vida y esto le hará recordar parte de su pasado, el momento en el que descubrió su don y la tensión familiar que se produjo ante este hecho. Pero no todo los recuerdos serán buenos: Melinda revivirá la difícil relación que tuvo con su madre de pequeña y tendrá que pedirle ayuda para localizar a los padres de la niña.